domingo, 6 de junio de 2010

Quiero cereza

Quiero cereza

roja invernal

calida escondida

cereza.

Quiero pulpa serenidad,

droga escondida en tus jugos.

Quiero sueño y eternidad,

llanto rojo vital.

Quero cereza,

hundirme en tu pulpa.

No una, ni dos, ni cien,

quiero el momento del encuentro

entre la pura y abstracta cereza con

el de la punta de la lengua y mordida.

Quiero cereza.

Las vacaciones

Las vacaciones son como el recuerdo de un “buen día” divertido. El Chaco y Viedma se combinan, con un acento de segundos en el faso de Buenos Aires, sin darme cuenta dónde empiezan unos amigos y terminan otros; si tomaba el mate (o el terere) en la mesa de Carlos o de Juana; ¿El mar en el norte y el calor en el sur? ¿Esa caricia fue acá o allá? Después de la previa en lo de… fuimos al bar del norte y fuimos al bar del sur; primero al bar del norte y después al del sur ¿O era al revés? Norte o sur, sur o norte; sueño sueño, lugar en sueño y norte en sueño y sur en sueño. Con oportunidades de amor y diversión por todos lados, y cada anécdota es un segundo del sueño; de la fotografía instantánea que salta después de despertar, que no entendés muy bien qué hace ahí, en tu cabeza, o cómo se une con las demás. Lo sentí, fue todo en las vacaciones/sueño.

El sueño de una noche. Me despierto en Buenos Aires, a las 7 de la mañana, un poco cansado, sucio y alegre (con algunos remordimientos y deudas). Sigo, sin bañarme, desayuno, reparo todas las cosas de mi casa que llevo años sin tocar; que dejé anoche, antes de irme a dormir con un “mañana lo hago”.

Sueño noches y muchos días como fotos colgadas del cordón donde se secan después del revelado. Como las fotografías se transforman en la captación e impresión en papel, ellos mueren al momento del revelado y es el momento de apretar el botón de la cámara el único instante de vida –de acción- que conservan (“conservar” es un término poco feliz para un momento tan fugaz), a continuación son lápida con epitafio, o lavado de ropa; donde el momento ya no es el mismo una vez que se cuenta y se convierte en anécdota, aprendizaje o algo parecido. Sin más ni más, revientan en el tiempo y el espacio, devolviéndonos lo que no son. Pues así son, como fotografías; remanentes de la continuidad, sobras del devenir.

Como la foto que tomo; conozco su amplitud, su inmensidad. Como su creador, sé que es más que el cuadro creado y delimitado por mi pobre sentido de lo estético o mi gusto. Son esa parte escueta del devenir. Les quito la envoltura de caramelo y los como despacito, con placer, saboreando su textura, sus sutiles matices, sabiendo que lo que está ahí es más –que fue mucho más o que sigue siendo. Una foto no es joda, no nos mintamos, es un pedazo de sueño.

Sueños, vacaciones y días: lo mismo, todo depende de cómo lo cuentes.

Obituario


Eras luz clara,

radiante ante mi vista,

como una estrella,

siempre al noroeste.

Iluminaste la vida de muchos otros,

de otros tantos

pájaros que se posaban en tus manos

y verdes y amarillos

que brillaban a tu alrededor.

Te reclamé, como la muerte,

arrancándote de un brazo,

apoyando la hoz en tu garganta.

Y la verdad

me quitó la escafandra

con luz densa,

para notar la ruina

y el paisaje de lo que nunca había sido.

Que no la muerte ni la mentira,

sino que era luz y reflejaba

y era mi luz que reflejaba en tu espejo

y mis latidos en tu corazón

y mis imágenes en tus palabras.

El último llanto, y el primero,

fue hace dos noches.

Fue el final,

quizás por eso lloré,

porque sabía que habías muerto.

Sociedad

Cuanta mierda hay en el piso,

camino de puntas los pies,

con la nariz tapada,

moviéndome como una marioneta.

La calle me ahoga,

la mierda esparcida por las calles inundadas.

Trato de correr,

pero piso mierda,

a punto de caer me detengo,

miro: el horizonte marrón,

el Sol rojizo trata de penetrar las nubes cloacales

que se amontonan creando un paisaje marrón oscuro,

como peatones morbosos

queriendo ver el show de un choque.

Empieza a llover;

soretes de punta caen.

Ya estás metido en este carnaval escatológico,

no queda más que bailar y saltar

y llenarse del efímero placer de que

todos se están revolcando en la misma mierda con vos.